Comenzamos este año de cine haciendo referencia a uno de los últimos estrenos del año pasado -que esperaba desde hacía meses-, la nueva revisión de un clásico y uno de los títulos más conocidos de William Shakespeare, Macbeth. Siempre he creído que acercarse a una obra célebre, de esas que permanecen en el imaginario colectivo (ya sea una novela, obra teatral, o película) es una tarea muy complicada, y debe hacerse con las ideas muy claras. Es un riesgo empezar un trabajo sabiendo que tienes que dar algo nuevo, revisarlo de una forma original, para que esa historia ya conocida vuelva a funcionar y conectar entre el público. Por eso, cuando escucho o leo la palabra “adaptación”, mis sentidos se ponen en alerta, y la palabra “DANGER” aparece en parpadeo fluorescente (y bien grande) por algún lugar de mi cabeza. En este caso, llevar al cine Macbeth, ese maravilloso texto de Shakespeare, cuando ya lo habían hecho con anterioridad nada más y nada menos que cineastas imprescindibles como Orson Welles, Akira Kurosawa o Roman Polanski, es cuanto menos ambicioso, cuestión que por cierto, nos lleva directamente al tema principal de esta película. ¿Qué puede ofrecernos pues, esta nueva propuesta? ¿Qué puede llevar a directores, actores, o a nosotros,l os espectadores, a seguir indagando en ella? ¿Qué temas trata que pueda interesar a las nuevas generaciones?. No olviden que Shakespeare nos habla de temas universales,de sentimientos y acciones que van intrínsecas en el ser humano. Y esto nunca caduca, por los siglos de los siglos. Y luego está su forma de expresarlo y describirlo, no siempre fácil. Pero eso, amigos lectores, tendremos que dejarlo para próximos capítulos.
La sinopsis es conocida: Macbeth, duque de Escocia, recibe una profecía por parte de tres brujas que le auguran que un día se convertirá en rey de Escocia. Decidido por su ambición y codicia, y alentado por su propia mujer Lady Macbeth, el protagonista asesina al rey y ocupa su puesto, pasando de glorioso guerrero a oscuro rey. Tras este punto de inflexión, “lo hecho, hecho está”-que dice la esposa del protagonista en un momento de la historia-. La culpa, la traición, el poder, la locura, las falsas apariencias, entrarán en juego a lo largo de toda esta tragedia, llevando a sus personajes principales a un mundo de paranoia y visiones del que no pueden escapar.
Decía su actor principal en una entrevista que cuando vemos a Macbeth por primera vez ya está roto. Porque es un soldado en guerra perpetua (las secuelas que dejan las guerras, su estrés postraumático es otro de los puntos de partida del film), que no se le ha dejado llorar la muerte de al menos, uno de sus hijos…y todos estos elementos acaban confluyendo en una historia sobre pérdidas: la de la relación de una pareja, de su hijo y su cordura. Y las consecuencias de todo ello. Codicia, corrupción, demasiadas ansias de poder… parece que no están muy alejados de la actualidad ¿verdad?.
Antes de adentrarnos en materia, déjenme dedicarle unas líneas a sus dos actores protagonistas. Creo que las merecen. Porque son Michael Fassbender, ese actor del que leo que es “el hombre del año” en alguna revista, y que es ante todo un gran actor. Capaz de ir de lo romántico en la magnífica (y también nueva revisión, por cierto) “Jane Eyre”, pasando por su inquietante personaje en Shame, hasta llegar al ser más odiado en 12 años de esclavitud (estas dos últimas junto a su director fetiche, Steve McQueen).Y todo ello casi sin despeinarse. Que igual se acerca a los superhéroes y la ciencia ficción en grandes producciones, que a un western minimalista y de bajo presupuesto como es Slow West. Y en todas lo hace bien, en todas me lo creo. Pero es que dándole la réplica tiene a la actriz francesa Marion Cotillard, que baila desde hace ya unos años entre EEUU y Europa. Todo lo que he visto de ella me ha convencido. Como dicen algunos entendidos, tiene uno de esos rostros que además la cámara adora
. Me quedo quizás con tres de sus interpretaciones, todas a este lado del charco. Su maravillosa Edith Piaf de La vida en rosa. Su impactante y conmovedor personaje en la brutal De óxido y hueso. Y su creación en la social y espléndida película Dos días, una noche. La dignidad, y los matices con los que carga a esa mujer protagonista de este sencillo drama, te dejan sin palabras y con días de reflexión. Por lo tanto, el duelo interpretativo está servido. Ver a estos dos actores juntos, con un texto rodado en verso, con las dificultades que ello supone, con la cámara pegada a sus rostros en muchas ocasiones, es una experiencia por la que vale la pena pasar. Y han vuelto a coincidir en la adaptación del videojuego Assassin’s Creed. Triple salto mortal para estos dos intérpretes a los que hay que seguir de cerca.
Pero vayamos a Macbeth. El director Justin Kurzel, realizador de la interesante Snowtown, apuesta por abordar de una manera fiel el texto original, de forma intimista y próxima,aunque recortando algunos actos que los guionistas consideraron prescindibles. Con esta premisa del verso, de unos diálogos impactantes y llenos de fuerza que ya estaban en la obra original, el director decide enfrentarlo a una apuesta por el esteticismo visual, por la violencia en las imágenes. También por unos planos de batallas a cámara lenta,que parecen cuadros que toman vida. Acompañado todo ello por unos contrastes cromáticos (magnífica fotografía de Adam Arkapaw), entre los colores fríos (los paisajes escoceses de la isla de Skye donde se rodó) y cálidos (esa sangre que al final todo lo tiñe),que hacen muy estimulante esta nueva adaptación. Los paisajes llenos de neblina, los espacios abiertos de los campos de batalla, contrapuestos a esos primeros planos de guerreros exhaustos o derrotados en las luchas cuerpo a cuerpo. Al igual que las escenas colectivas, donde siempre hay lugar a un detalle, a un rostro, a un gesto que lo dice todo, me parecen aspectos muy acertados por parte del director. Ya lo advierten también los productores al decir que hemos hecho más evidente que Macbeth y Lady Macbeth habitan un mundo del que son el producto, y cuyas decisiones pueden transformarlo. La mundialización actual hace que la adaptación requiera una visión mucho más moderna y cinematográfica. Palabras que el director enfatiza al afirmar que era necesario ajustar el texto a un lenguaje mucho más íntimo, ya que los protagonistas no se encuentran en un proscenio ante el público. Aquí la cámara casi se acerca a tocar, por lo que el vínculo con el espectador es mucho más estrecho.
Este nuevo acercamiento a la historia de Macbeth nos deja ese choque entre texto y forma, pero a mi parecer de una forma armónica y poderosa, con interpretaciones sobrias y contenidas. Ocurre ante los clásicos, que nos siguen cautivando: Mira que a veces el demonio nos engaña con la verdad, y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes -una frase que nos regalaba el dramaturgo inglés hace cuatro siglos en uno de los versos de la obra-. Y a partir de ahí, busquen todas las versiones y matices que sus palabras esconden.
Paula Martínez Valderas
MACBETH, DELIRIOS DE AMBICIÓN. by Paula Martínez Valderas is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en www.fromlosttothecine.com.
No he visto la película pero ya antes de que se estrenara parecía que la fotografía iba a ser espectacular y según comentas así ha sido. Me extraña que no la hayan nominado a los Oscar.
En cuanto a la película, con ganas de verla ¡y más después de leer tu crítica!
Saludos
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Muchas gracias por leer la crítica! A mi también me extraña que su fotografía haya pasado desapercibida…ya me dirás que te ha parecido cuando la veas!!un saludo.
Paula
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