En esta ocasión, hemos dejado para el análisis de esta semana la película Carol, que tuve el lujo de ver en el preestreno. Se trata de una adaptación cinematográfica de una obra de la escritora Patricia Highsmith, reina del thriller psicológico. Comentaba con el creador de este blog, que me estoy especializando en adaptaciones cinematográficas, pero os confieso que, mientras a muchos de mis compañeros les pareció una de las asignaturas “pestiño” de la carrera, yo la recuerdo como una de las que más disfruté, así que no puedo quejarme.
Los personajes que construye la escritora americana, destilan a menudo sentimiento de culpa, y mantienen un aspecto psicológico lleno de aristas, de ambigüedad (ahí tienen por ejemplo, Extraños en un tren, adaptada magníficamente por Alfred Hitchcock, o el personaje de Mr. Ripley) que hacen que su lectura adquiera tintes de intriga, y que sus historias -turbias, oscuras y no siempre con un final feliz- avancen manteniendo el interés por parte del receptor. Hay muchos de estos elementos en esta obra, pero también abandona otros que no desvelaré, con eso de no defraudar la intriga que la caracteriza. Sus historias se han adaptado en muchas ocasiones al cine, por algo será. La novela en un principio se publicó con el título de El precio de la sal, y bajo el seudónimo de Claire Morgan. Sólo en 1989 se volvió a editar con el título de Carol, y con el verdadero nombre de la autora. El dato es importante cuando conozcan el argumento de la trama, porque parece ser autobiográfica. Carol es pues, su novela más personal, y quizás una de las más conceptuales. Muchas de las cosas que suceden están en el imaginario de sus protagonistas, en sus pulsiones vitales…¿cómo llevar esto a imágenes?
La sinopsis de la película es clara: Nueva York, años 50. Dos personas que se encuentran de forma casual en unos grandes almacenes, y entre ellas surge una atracción inmediata, cada vez más intensa y profunda. Pero es que son de distinta clase social, una de las partes está recién divorciada (y con una hija) y además, son dos mujeres. Therese,joven dependienta aficionada a la fotografía y Carol, perteneciente a la alta burguesía, elegante y sofisticada. El amor prohibido que viven les llevará a una road movie por moteles y carreteras americanas, pero sobre todo, a un viaje interior que cambiará sus vidas.
El director, Todd Haynes ya había tratado esta época en una película anterior, Lejos del cielo, bajo el prisma de la América burguesa, y con el racismo y la intolerancia sexual como telón de fondo. Aquí se atreve a otra vuelta de tuerca. Él mismo afirma, sobre la adaptación de Carol, que lo que me cautivó de la novela fue la representación de lo que significa enamorarse. Ese momento esencial en el que todo tu ser se rinde ante esta pregunta: ¿es mi amor correspondido? Ese momento en que te conviertes en un esclavo de ese interrogante. Y luego, claro, está el retrato de un tiempo -finales de los 40, principios de los 50 del siglo XX- en el que el amor prohibido entre Therese y Carol no podía ni siquiera describirse. No existía un modelo para ello. Cuando nos enamoramos, todos sentimos que estamos inventando el amor, pero estas mujeres lo estaban haciendo de verdad. Hasta aquí, la historia podría ser un melodrama en toda regla, pero es que la forma en la que el director se acerca a lo que nos cuenta es sencillamente primorosa. Está ambientada de forma magistral, tanto las partes del Nueva York de la burguesía acomodada, como los ambientes de clase media, con calles caóticas y sucias, llenas de ruido. Y está hecha con una precisión casi coreográfica. Es muy importante la idea de que todo es circular a lo largo de la película -que se recalca no solo en su realización, también en varias metáforas visuales, incluso verbalizado a través del personaje de Carol-. Comienza con un prólogo, y a través de un largo flashback descubrimos la historia de las dos protagonistas, para volver al principio terminando la película. Es ahora dónde el director cambia con maestría el punto de vista (otro de los aciertos del film) y todo cobra su sentido, remarcando el sentido subjetivo que imprime a la narración. Todo está mostrado con elegancia, con sensibilidad, con exquisito detalle y sutileza. Aquí una mirada, aquí un silencio, aquí una mano que roza con toda la intención.
La fotografía de Edward Lachman, con un espectacular tratamiento de la luz, y su música, intimista, pausada, nos conmueve a cada secuencia. De esas películas a las que resulta difícil quitar un sólo plano, una sola escena. A veces los enfoques son a través de ventanas, llenos de reflejos, de cristales empañados, o al otro lado de la calle, casi con la cámara escondida en una esquina. Y estos son de una belleza asombrosa pero es que además, lejos de convertir la película en un bonito envoltorio, en una historia impostada, sirven para potenciar la intensidad y el factor psicológico de los personajes. Pero todo esto se mantiene, en gran medida, por las enormes interpretaciones de sus dos protagonistas. Que Cate Blanchet es una versátil y buena actriz no es novedad (cómo olvidar a su elfa Galadriel de El Señor de los anillos, Blue Jasmine o Babel) pero el personaje de Carol está sin duda, entre sus mejores trabajos. Da a esa
protagonista complejidad, elegancia, profundidad, matices…y tiene una escena casi al final de la película (tranquilos, no haré spoilers) de las que dejan de piedra, también al resto de personajes que aparecen en ella. Y Rooney Mara, a la que sólo había visto en esa estupenda película llamada Her de Spike Jonze, no se queda atrás, consiguiendo que la transformación del personaje fluya casi sin darte cuenta, para ganar seguridad a medida que ella va encontrándose a sí misma. La evolución y lo que mueve a sus personajes a lo largo de la historia, sólo podía tener los rostros y las miradas de estas dos actrices en estado de gracia.
Estamos pues ante una película romántica sí, pero aquí no hay atisbo de cursilería, todo vibra en esta película. Todo te lo crees y lo sientes. Visualmente abrumadora y cuidada al detalle. Pero ante todo, buen cine. Y una última recomendación, si deciden ir a verla, háganlo en versión original, escuchad las voces de sus protagonistas. Cualquier otra forma, es cercenar parte esencial de la película.
Paula Martínez Valderas
Carol. Amor a través de los reflejos. by Paula Martínez Valderas is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en www.fromlosttothecine.com.