Vivimos en un mundo globalizado, para lo mejor y para lo peor, y si hay alguien que lo ejemplifique a la perfección, ese es Oscar Isaac. Por sus venas corre sangre guatemalteca, cubana y francesa. En 1979, con solo cuatro meses de vida, cruzó el Golfo de México con su familia para convertirse en ciudadano americano en (acento cubano) Miami -mi amol-, donde creció tocando la guitarra y cantando, algo que en el futuro le serviría para interpretar a un cantante en horas bajas en A propósito de Llewyn Davis, pero no adelantemos cosas.
Durante años ha sido ese actor que os sonaba, pero que no ubicabais. De esos interpretes que parecen pasar desapercibidos entre los actores de reparto. La primera vez que me fijé en él fue en Ágora, el drama de Hipatia que rodó Amenábar. En ella realizaba un trabajo notable, ya empezaba a dejar sensaciones buenas. Pero este no es su primer trabajo, antes peleó, interpretativamente hablando, con Leonardo DiCaprio en Red de mentiras y con Benicio Del Toro en Che, el argentino, dos buenos sparrrings de los que aprendería alguna cosilla. Desde ese momento ha ido haciéndose poco a poco un hueco en diferentes películas, algunas mejores que otras -tuvo la mala suerte de trabajar en la película de Madonna, W.E, y no lo digo porque fuese una película horrenda, es que aguantar a Madonna de jefa debe ser una terapia peligrosa (que se lo digan a Guy Ritchie, su exmarido)-.
Sin duda hay un punto de inflexión en su carrera en 2013, cuando se cruza en el camino de los hermanos Cohen y le eligen para protagonizar A propósito de Llewyn Davis, película brillante donde Isaac realiza su trabajo más sobresaliente, impregna la pantalla de derrota y melancolía, nos sumerge en una historia real como la vida misma donde no hay héroes, solo música y supervivencia. Su trabajo le valió una nominación a los Globos de oro -ya había entrado en el juego de las estrellas de Hollywood-. Desde ese preciso instante los directores se pelean por contratar a este guatemalteco que sabe transmitir emociones con solo una mirada. En 2014 protagoniza Las dos caras de Enero y se come con
patatas fritas a sus dos compañeros de reparto, Kirsten Dunst y Viggo Mortensen. Y no porque estos lo hagan mal, todo lo contrario, simplemente les roba el protagonismo con su interpretación. Ese mismo año también estrena El año más violento, protagoniza, junto a esa actriz sacada de los años cincuenta, Jessica Chastain, una historia sobre negocios y sus vicisitudes. Un gran broche para cerrar 2014, será la antesala de su año, el 2015.
Muchos esperábamos el final de 2015 como water of may, la nueva entrega de la saga galáctica más grande jamás creada se estrenaría en Diciembre -que conste que Disney no patrocina este blog….salvo un contrato privado que tampoco hace falta revelar-. Isaac era uno de esos impacientes porque consiguió el papel de Poe Doraemon…digo, Dameron, un piloto megachachichuli de la República, y sabía que iba a ser uno de los papeles más importantes de su carrera. Pero para amenizarnos la espera nos dejó una joya interpretativa en Ex machina, algo eclipsada por el boom Vikander, pero que a muchos no
nos paso desapercibida. Un aperitivo de lujo para lo que nos esperaba en Star Wars VII: El despertar de la fuerza, donde no podemos ver todo el potencial de Isaac, pero que nos deja un buen sabor de boca y una nueva esperanza, Isaac volverá a encarnar al piloto en el octavo episodio. Una gran noticia, esperemos que pueda desarrollar su personaje, la base ya está bien fijada. Antes llegará The promise, un trío amoroso en medio de un Imperio Otomano que se derrumba. Comparte escenas con Christian Bale, otro animal interpretativo. También tiene pendiente su trabajo en la nueva película de X-men, Apocalipsis, dirigida por Brian Singer. Como veis, trabajo no le falta.
Oscar Isaac es un actor de los buenos, que ha conseguido ser valorado por la industria del cine y que además tiene talento para la música, os recomiendo que le escuchéis cantar. De vez en cuando realiza apariciones públicas, como hizo en el concierto de Gaby Moreno en la Universidad Francisco Marroquín en Ciudad de Guatemala, en 2015. Actor que no es nuevo, pero tampoco es viejo, si hacemos caso a lo que dice su personaje en A propósito de Llewyn Davis: Si nunca fue nueva ni nunca envejece, es una canción folk; diremos, entonces, que Oscar Isaac, además de camaleónico, intenso y melancólico, es un actor folk.
Oscar Isaac. Un actor folk. by Daniel Rodríguez Lorenzo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en www.fromlosttotheriver.com.