Este fin de semana es algo atípico, hay algunos estrenos que son raros, como el típico nerd del instituto que tiene su encanto pero que todos miran con recelo -un servidor, allá por el siglo pasado, iba al colegio con gafas de pasta y su camiseta de Iron Maiden, lo más parecido al nerd americano. Por supuesto, tengo fotos, y que no os quepa la menor duda, están en la caja fuerte de un banco suizo-. Como decía, las películas que hoy nos ocupan son extrañas, alguna con una pareja protagonista que nunca imaginé ver junta. No os hago esperar más, comenzamos… si logro que el teclado no se derrita.
Eddie el Águila es una película que perfectamente se podría emitir en la sobremesa del sábado. En un tono familiar, nos cuenta la historia de Michael Eddie Edwards, un chico que soñaba con ir a las olimpiadas pero que nunca destacaba en los deportes que practicaba y, como es lógico, su país pasaba de él olímpicamente -siento la broma fácil-. Entonces se decide por practicar salto de esquí y consigue que un famoso entrenador le entrene. El maestro y el pupilo son interpretados por lobezno (Hugh Jackman) y Taron Egerton, respectivamente. Dirige Dexter Fletcher, amigo del productor de la película Matthew Vaughn y uno de los protagonistas de la fabulosa Lock & Stock (lo que disfruté viendo esta película cuando era estudiante de imagen y sonido. Como mis amigos, soñaba con hacer algún día una película parecida -seguro que podéis oír mis carcajadas-). La crítica es unánime, es un film correcto, para toda la familia, y tiene un gran parecido a Elegidos para el triunfo, así que os podéis imaginar lo que os vais a encontrar. Seguro que gustará a muchos, pero, sinceramente, os esperáis unos meses y la veis en la televisión, que el cine está muy caro.
La siguiente película de la que os quiero hablar es en la que el dúo protagonista es de lo más curioso, se llama Dos buenos tipos. En la vida me hubiese imaginado a Russell Crowe y Ryan Gosling compartiendo cartel en una comedia de acción. En Los Ángeles de los años 70, un policía y un matón están condenados a entenderse para resolver un caso. Un argumento la mar de simple, pero parece que la película tiene su gracia, está bien filmada y los protagonistas, aunque no me peguen ni con cola, hacen un gran trabajo, o por lo menos eso dicen los que saben de esto y han podido ver el preestreno al que no han invitado a este vuestro blog de cine. Dirige Shane Black, responsable de la excelente Kiss Kiss, Bang Bang. Hombre, no os voy a decir que es la película que tenéis que ver este fin de semana, pero si te gusta la acción, mezclada con comedia sin caer en el chiste fácil, esta es tu película. Pero creo que la siguiente de la que os voy a hablar puede tener mucho más atractivo para el espectador. Siempre es vuestra decisión. Solo una cosa más, el cartel no es muy bueno, pero capta los años 70 a la perfección.
Hace un año, más o menos, vi una película que me gustó mucho a pesar de lo lenta que era. Blue Ruin sabía cómo crear tensión cinematográfica, te introducías en ella por completo y el director, Jeremy Saulnier, te llevaba por donde quería. Era una película independiente que se tuvo que financiar a través de crowdfunding. Pero, cuando se estrenó, tuvo la suerte de llamar la atención en los círculos independientes y fue todo un éxito. Gracias a eso, Saulnier ha podido elegir su nueva película, Green room, y, por supuesto, hablamos de ella porque es uno de los estrenos del fin de semana. La trama nos cuenta la difícil situación en la que se encuentran los componentes de una banda de música punk cuando son testigos de un crimen en el local donde han tocado. Rodeados de neonazis que no quieren dejar testigos, luchan por salir de allí. La crítica es muy buena, parece que se nota el estilo del realizador. Además, el reparto me parece de lo más interesante: Anton Yelchin (tengo debilidad por este chico, es un gran actor y no acaba de encontrar el papel que le lance al estrellato), Imogen Poots (qué os voy a contar de ella que no sepáis, si pincháis en su nombre podréis ver el dossier que publicamos sobre ella), Macon Blair (el protagonista de Blue Ruin), Alia Shawkat (siempre correcta) y Patrick Stewart (que ya escapó hace tiempo de su personaje en X-men y aquí interpreta al malo de turno excelentemente bien). Sin duda, esta sería la película elegida por un servidor para ver el fin de semana -pero no quiero influenciaros a la hora de elegir, cada uno ve lo que le apetece, lo malo es que, si no me hacéis caso, demostraréis tener poco criterio cinematográfico. Pero repito, no quiero influenciaros en nada…-.
Y terminamos con dos películas españolas, porque tengo un poco descuidado el cine autóctono. Es cierto que últimamente hay cintas muy interesantes en nuestro país. Rumbos es una película curiosa por donde transcurre la trama. En una gran ciudad, seis vehículos nos muestran las historias de sus ocupantes en una calurosa noche de verano. El título de la película es una metáfora del rumbo de los vehículos y de las vidas de los pasajeros. Es una bonita metáfora, puede ser el Crash español, pero no creo que tenga la misma suerte que esta y gane un Oscar -nunca entendí por qué se lo llevó-. El reparto es muy conocido: Carmen Machi (con la que comparto peluquería, como ya he comentado en alguna ocasión), Pilar López de Ayala (un claro ejemplo de actriz que va aprendiendo a serlo con el paso del tiempo -más o menos lo que le pasó a Maribel Verdú-),
Ernesto Alterio (con un increíble parecido a John Turturro en EL gran Lebowski pero con unos años más -si pincháis en el nombre veréis un vídeo que demuestra el parecido. A Alterio se le ve muy bien en el trailer-) y el gran Karra Elejalde. Y la otra película española es Las amigas de Ágata, lo que empezó siendo el trabajo de fin de carrera de cuatro estudiantes de comunicación audiovisual, ha terminado siendo una agradable sorpresa para la crítica. Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius y Marta Verheyen dirigen una historia que cuenta la evolución de la amistad entre Ágata y sus tres amigas de la infancia. La crítica ha sido muy positiva, siendo una de las sorpresas de este año. Creo que merece un poquito de nuestra atención, en cuanto pueda, la veo.
Ya termino, sé que os habéis quedado con ganas de más, últimamente le pasa mucho a los lectores del blog. No os preocupéis, la semana que viene vuelvo con más. Tengo ganas de hablaros del reboot de Entrevista con el vampiro, esta vez sin Brad Pitt. Me despido con una frase de El curioso caso de Benjamin Button: La vida no se mide en minutos, se mide en momentos. Para mí, escribir en el blog es uno de esos momentos. Hasta la semana que viene.
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