Llega el calor, la piscina, la sombrilla, el aire acondicionado, los helados, los cuerpos bronceados y los blockbusters. La mayor parte de estas cosas las podéis encontrar en los cines, así que os voy a contar lo que podréis encontrar en las salas si decidís ir a ver una película.
Llega la polémica Dioses de Egipto del director egipcio (australiano de adopción) Alex Proyas. Digo polémica porque, cuando se estaba rodando, hubo críticas acerca de la raza de los extras, demasiado caucásicos para ser egipcios -en parte era verdad, pero también hay que saber que uno de los más grandes faraones de aquel imperio, Ramses, era pelirrojo-. En nuestra sección de noticias hablamos del tema, si te apetece echarle un vistazo, pincha aquí. La película nos teletransporta al antiguo Egipto, Dioses y humanos viven en amor y compañía. Osiris, Rey y Dios del imperio, quiere cederle el testigo a su hijo, Horus. En plena fiesta de coronación, aparece el hermano de Osiris, Set, con ganas de pelea. Mata a Osiris y le arranca los ojos a Horus, desterrándole del lugar. Entonces, un simple mortal, para salvar a su amada, ayudará a Horus a recuperar el imperio. No os voy a engañar, ya la he visto y no me gustó. Tiene cosas que no están mal, algunos efectos especiales son impresionantes -como en la escena de las dos serpientes gigantes-, pero en otras ocasiones parecen efectos de serie B. Alex Proyas ha hecho películas que forman parte de la historia del cine, como El cuervo y Dark City, que cuando se estrenaron recibieron muy malas críticas también. No sé cómo envejecerá Dioses de Egipto, pero no creo que lo haga muy bien. No ha gustado a nadie, bueno puede que a alguien sí. La crítica se ha cebado con el director y este, más cabreado que Horus cuando pierde sus ojos, ha contestado a todos esos críticos. No os voy a mostrar todo el texto, solo la parte que me parece más interesante: La mayoría de los críticos pasan el tiempo pensando en lo que la gente quiere oír […] Encerrad a un crítico en una habitación con una película que nadie haya visto jamás y no sabrá lo que hacer con ella. Porque, al contrario de lo que debería ser, basan todas sus opiniones en el qué dirán de ellos -ese no es mi caso, digo demasiadas tonterías, lo que denota la poca importancia que le doy al qué dirán-. Parece un poco enfadado, ¿no creéis? Dicho esto, seré sincero, aunque no me gustase, me lo pasé bien viéndola, una vez que asimilé que no es una película para tomársela en serio. Es un batiburrillo de mitología egipcia, con mucha acción, romance y algunas bromas con gracia (Horus, una vez despojado del poder de volar, le dice al mortal: ¿tenemos que huir?, y este le contesta: sí, los mortales lo hacemos siempre). Guión predecible y efectos especiales, en ocasiones, mediocres, seguro que pensáis que los actores salvan el tipo… pues no. Parece que no se creen las frases que recitan, en ocasiones lo hacen como si fuese una tragedia griega. Gerard Butler no funciona ni haciendo de un Leónidas egipcio, Nikolaj Coster-Waldau me recuerda demasiado a Jaime Lannister todo el tiempo, Brenton Thwaites no tiene carisma, Courtney Eaton, tampoco, y Chadwick Boseman está horrible -y eso que me encantó cuando interpretó a James Brown-. No salva la película ni la breve aparición del actor fetiche de Proyas, Rufus Sewell, con esa mirada que le caracteriza. Y acabo con lo que me hizo más gracia, los dioses son gigantes comparados a los simples mortales, cuando Horus viaja con el chico que le ayuda, no podía parar de pensar en Gandalf y Frodo Bolson. En fin, pudo haber sido una película épica, pero la épica se les quedó perdida en el reino de Anubis (el reino de los muertos).
Después de haberme enrollado demasiado con Dioses de Egipto, tengo poco tiempo para continuar captando vuestra atención. Intentaré ser más breve con el biopic de Lance Armstrong, The program -acabo de caer que su apellido significa brazofuerte, eso sí, con EPO-. Dirige mi amado, por ser el creador de Alta fidelidad, Stephen Frears. Si no sabéis la historia, os la cuento. Resulta que brazofuerte ganó siete Tours de Francia de forma consecutiva, nadie había logrado esa hazaña, y menos después de haber superado un cáncer -que es el caso del ciclista norteamericano-. Todo el mundo se figuraba que iba dopado, pero nunca hubo pruebas, hasta que su compañero, Floyd Landis, confesó que todo el equipo se dopaba, incluido brazofuerte. Este, al final confesó, le quitaron los siete tours y fue repudiado por el gremio. La película de Frears repasa esa etapa del ciclista; el doping, los tours y la relación con sus compañeros. He tenido la suerte de verla y no está nada mal, es verdad que no profundiza en la persona de brazofuerte, te quedas con la sensación de no acabar de conocerle en profundidad. El primer plano de la cinta es un homenaje a la soledad del ciclista en una etapa del Tour, el esfuerzo y la lucha de este contra la montaña, deseando que en la siguiente curva aparezca un llano para dar descanso a sus doloridas extremidades. Lo mejor de la película son los actores; Ben Foster demuestra lo gran actor que es, en ocasiones se parece mucho al personaje real. También destaca Jesse Plemons -el adorable y manso marido de Kirsten Dunst en la maravillosa serie Fargo-, con una increíble transformación en el ciclista Floyd Landis. Por allí pasa Dustin Hoffman, Chris O’Dowd y Guillaume Canet, actor francés que siempre realiza grandes interpretaciones, pero aquí cojea un poco hablando inglés con acento italiano que a un servidor le parece ruso. En líneas generales, el film es correcto, quizás te quedas con ganas de saber más, con la sensación de necesitar más información, pero merece la pena ir al cine a verla. Eso sí, tenéis que tener clara una cosa, el mundo del ciclismo está podrido hasta las trancas, algunos lo sabían, pero no dijeron nada. Suerte que siempre hay valientes que nos abren los ojos.
Y termino por hoy, quería hablar de la nueva película de Pixar, Buscando a Dory, pero la entrada ya se ha alargado lo suficiente. De todas formas, os podéis figurar lo que os vais a encontrar en el fondo del mar. También es previsible la segunda parte de Malditos vecinos, con lo mismos protagonistas de la primera parte, a los que se une la fabulosa Chloë Grace Moretz -me imagino que el cheque sería lo bastante suculento para que aceptase hacer semejante bodrio-.
Me despido como de costumbre, con alguna frase célebre. En esta ocasión he elegido a nuestro amigo del doping:
El dolor es algo temporal, puede durar un minuto, una hora, un día, o un año, pero al final se acabará y otra cosa tomará su lugar. Sin embargo, si me rindo ese dolor será para siempre.
Que la espera por una nueva entrada no os duela mucho. Sería peor que no volviese a escribir sobre cine en este vuestro blog. Hasta la semana que viene.
Estrenos veraniegos. Dioses del ciclismo. by Daniel Rodríguez Lorenzo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en www.fromlosttotheriver.com.