Estas últimas semanas hay una serie de la que habla todo el mundo, Stranger Things, un batiburrillo ochentero que sabe perfectamente las partes de nuestro cerebro que hay que tocar para que nos envíe sensaciones placenteras al resto del cuerpo. El cerebro, del que esto escribe, ha recibido multitud de esas sensaciones ya olvidadas y ha encontrado la serie de lo más gratificante. ¿Eso significa que es buena? No lo sé, mi cerebro está muy confundido, es como si estuviese colapsado de azúcar después de haber tomado un McMenú: ¿es bueno o está bueno? Cuando termine de ver la temporada hablamos, mientras tanto, os contaré qué estrenos os esperan en las salas de este lugar llamado España.
La primera película de la que quiero hablar es Café Society, la nueva obra del incombustible Woody «hago lo que quiero» Allen. Además de dirigir, presta su voz al narrador de la historia, contando la aventura de un joven del Bronx, en los años 30, abriéndose camino por los entresijos de Hollywood, pero un amor inesperado le cambia los esquemas. La crítica es buena, pero no entusiasta, aunque en algunos casos tildan de obra maestra a este nuevo trabajo. Por lo general, después de ver un mal trabajo, si el siguiente no es tan malo, te parece bueno. Quizás eso es lo que pasa después de haber visto Magia a la luz de la luna e Irrational Man, que decepcionaron -la primera más que la segunda- y no fueron del agrado de la crítica. Ahora parece que Allen vuelve a enamorarnos con una historia de pasiones y enredos, como a él le gustan. El director ve en esta obra un film coral, ha querido dar el protagonismo a todos sus personajes, concibiendo el guión como una novela. A ver si funciona. Protagonizan Jesse Eisenberg (no le soporto desde que fue al Hormiguero y despotricó de los españoles al volver a su país), Kristen Stewart (que ya trabajó con Jesse en Adventureland y American Ultra, y me parece una de las mejores actrices que ha dado Hollywood en los últimos años), Steve Carell (no hace falta enumerar las virtudes interpretativas de este actor) y Blake Lively (otra fantástica actriz), entre otros. Nunca, aunque las críticas sean malas, hay que perderse una película de Woody Allen, así que ya sabéis.
Seguimos con una película basada en hechos reales, pero que su guión se separa de la realidad misma, llegando ha convertirse en la sátira de un momento que fue importante para algunos americanos, el encuentro entre «O rei» Elvis y Richar Nixon, Elvis y Nixon. Hace unos años se estrenó una película, mucho más seria que esta, llamada El Desafío: Frost contra Nixon, donde contaba cómo un periodista ponía contra las cuerdas al ya jubilado exPresidente de EEUU. Ahora la historia es de unos años antes, cuando Nixon es Presidente y, necesitado de popularidad, acepta la petición del patriótico cantante para llevar una placa de Agente Federal y así poder luchar contra la drogadicción. Sí, esa misma cara que tienes al leerlo se le quedó a este bloguero cuando leyó la información. Me imagino que lucharía contra las drogas de puertas de su casa para fuera, porque si no… En fin, este bonito encuentro es la excusa para hacer una película y reírse un poco de ello, que los americanos de vez en cuando les gusta reírse de ellos mismos, algo que no está nada mal. Protagonizan Michael Shannon (imprescindible actor de nuestros días) y Kevin Spacey (que le ha cogido el tranquillo a eso de ser Presidente en la ficción) y dirige Liza Johnson, realizadora de cine independiente con alguna película interesante -como Hateship Loveship. Películas como estas son una grata sorpresa, no sé si será buena, pero seguro que nos reímos un rato viéndola.
Experimenter: La historia de Stanley Milgram ha tardado un año en llegar a nuestros cines, algo habitual en los tiempos que corren, pero ya está aquí para acercarnos al polémico experimento que realizó el psicólogo Stanley Milgram sobre la obediencia en 1961. En su día hubo mucha controversia puesto que en el experimento un individuo infligía dolor a otro si fallaba una pregunta -era un dolor simulado, puesto que el que contestaba era parte del equipo de psicólogos-. Todo surgió por la defensa del Nazi Adolf Eichmann, que en su juicio en Israel alegó obediencia para justificar su atrocidades durante el Nazismo. Dirige Michael Almereyda y protagonizan Peter Sarsgaard, la recuperada Winona Ryder, John Leguizamo y por ahí aparece, en un pequeño papel, nuestro añorado Anton Yelchin. He visto la película y es muy interesante, quizás se hace pesada con tanto experimento, pero es curioso ver cómo el ser humano busca la razón de su comportamiento en situaciones extremas. Pienso que analizar y entender nuestro comportamiento hace que mejoremos. No quiero ponerme filosófico, pero esta película hace que pensemos en nuestras acciones y en el dolor que pueden provocar en los demás. Por todo ello merece la pena ir al cine a verla.
Y termino con dos películas que pasarán bastante desapercibidas en la cartelera pero que me apetece comentar por lo interesante de su relato. La primera es una producción costarricense, Viaje. Chica conoce a chico en una fiesta, los dos son espíritus libres que no creen en el matrimonio, pero su mutua atracción les llevará a un viaje
al Parque Nacional Volcán Rincón de la Vieja -un sitio digno de ver-, donde se conocerán mucho mejor de lo que esperaban. Fernando Bolaños y Kattia González son sus protagonistas, dirige Paz Fábrega. Destaca su fotografía en blanco y negro, nada común en la era digital, aunque de vez en cuando vemos producciones que lo utilizan. Y la otra película, que quedará perdida entre tanto estreno, es 10 años y divorciada, donde una yemení de diez años es casada con un hombre de treinta a cambio de la dote. Esta decide ir al juzgado a pedir el divorcio. Drama lejano para nosotros pero con el que seguro empatizaremos, o por lo menos deberíamos. Os pondría los nombres de los protagonistas, pero os van a sonar a chino, o mejor dicho a yemení, así que podéis ver la ficha de la película pinchando en su título.
Y hasta aquí hemos llegado. El otro día, viendo una película japonesa, Una pastelería en Tokio, escuché una frase que me gustó mucho: No hace falta ser alguien en la vida, cada uno de nosotros le da sentido a la vida de los demás. Espero que este blog dé sentido a un pequeño fragmento de la vida de alguna persona, eso sería mejor que ser alguien en esta vida. ¡Vaya! Otra vez me he puesto demasiado profundo. Hasta la semana que viene.
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