Ayer me levanté con la triste noticia del fallecimiento de Gene Wilder, el adorable jovencito Frankenstein (o Fronkonstin, como su personaje quería que le llamaran). La infancia de este humilde bloguero estuvo llena de Goonies, naves espaciales, viajes en el tiempo y las comedias de este actor que comenzó en el teatro, tomándose su carrera muy en serio, pero acabó encasillado en comedias, algunas más divertidas que otras. Su carismático rostro nos acompañó mientras adorábamos a la mujer de rojo o nos reíamos de sus tribulaciones con su inseparable compañero de comedias, Richard Pryor. Esta entrada, algo improvisada, será un pequeño homenaje al actor que nos hizo reír con sus trabajos, porque no hay nada más difícil, y meritorio, que hacer reír a los demás.
Jerome Silberman, así se llamaba antes de cambiarse el nombre, nació en Milwaukee en 1933. Hijo de inmigrantes judíos rusos, estudió interpretación en la Universidad de Iowa y hasta fue miembro de una fraternidad -ya sabéis, fiestas, fiestas y fiestas, y de vez en cuando alguna novatada cruel-. Sirvió en el ejército como paramédico durante dos años y, antes de dedicarse al teatro a pleno rendimiento, fue conductor de limusinas y maestro de esgrima, este hombre valía para cualquier cosa. Su carrera se cimentó en producciones de offbroadway. Se fue haciendo un nombre en el mundillo y en una obra conoció a Anne Bancroft (la madre juguetona de El graduado) y quedó tan impresionada con él que
habló con su amigo Mel Brooks para que le diese una oportunidad. Pero su primer papel en el cine fue en Bonnie and Clyde (1967), donde podemos comprobar su versatilidad en papeles dramáticos, y, ese mismo año,
Mel Brooks le dio su primer papel importante en Los productores, sería el comienzo de una relación que les llevaría a trabajar juntos en dos películas más, la grandiosa El jovencito Frankenstein (1974) y Sillas de montar calientes (1974). A partir de su debut el ascenso de su carrera fue meteórico, eso sí, no se separó de la comedia en ningún momento. Interpretó a Willy Wonka en Un mundo de fantasía y pudo trabajar con Woody Allen en la divertidísima Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar.
Los setenta fueron los mejores años de Wilder. Sin duda, El jovencito Frankenstein es uno de
los títulos más importantes de su carrera, pero fue en esta década cuando conoció a Richar Pryor y conectaron artísticamente a la perfección. Hicieron varias películas juntos, pero al parecer Gene Wilder y Richard Pryor no se soportaban. Se dice que, por culpa de sus adicciones, Pryor era un tío difícil de tratar. Wilder recuerda que Pryor podía llegar 15 minutos, una hora o una hora y media tarde al rodaje, pero siempre echaba la culpa a los demás. Aunque también tenía buenas palabras para Pryor recordando la química que tenían en el escenario. Recordando su primera escena juntos, Pryor dijo su primera frase, yo di la réplica y entonces Pryor comenzó a improvisar y no tuve más remedio que seguir con el juego. Nos salía de forma natural y fue la tónica en todas las películas que hicimos juntos. Esa química llamó la
atención de los productores y se hicieron guiones pensando en ellos como dúo protagonista. Entre pillos anda el juego fue uno de esos guiones escritos para esta fabulosa dupla, pero en 1983 Pryor estaba tocando fondo con las drogas y no pudo trabajar, así que los papeles protagonistas pasaron a manos de Eddie Murphy y Dan Aykroyd. Las que sí hicieron juntos han pasado a la historia del cine: El expreso de Chicago (1976), Locos de remate (1980), No me chilles, que no te veo (1989) y No me mientas… que te creo (1991). El rodaje de No me chilles que no te veo fue como la seda, el comportamiento de Pryor fue muy profesional, no se puede decir lo mismo en su última colaboración, que a la postre sería la última película como protagonistas de ambos y que obtuvo malas críticas. Fue como su despedida, con un plano final en el que se les ve abrazados con un cartel que reza Socios para siempre, quizás sabían que su momento había terminado, un requiem cómico de bajo nivel pero con una gran carga emocional.
Como director hizo también sus pinitos, entre los que se encuentra la icónica La mujer de rojo (1984)-al verla de jovencito, además de enamorarme de Kelly LeBrock como todo hijo de vecino, me quedé un poco triste al ver que al final el pobre Wilder, que también protagonizaba, no se acostaba con la mujer de rojo-, película que pasará a la historia por esa canción de Steve Wonder, I just call to say I love you. Además de dirigir, escribió varios guiones, alguno colaborando con Mel Brooks (El jovencito Frankenstein). Terrorífica luna de miel (1986) fue su última aportación como realizador. A partir de ese momento protagonizó alguna película más, hasta que en 1991 hizo su último papel protagonista en la ya mencionada No me mientas… que te creo. Hizo alguna película para televisión y, entre 2002 y 2003, apareció en un par de episodios de la serie Will y Grace. En los últimos años ha escrito sus memorias (Kiss Me Like A Stranger) y una novela titulada My French Whore (2007), ambientada en la Primera Guerra Mundial. Después desapareció de la vida pública cuando se le diagnosticó Alzheimer, enfermedad que le ganó el 29 de Agosto.
Se va uno de los grandes comediantes de nuestra juventud, alguien que, de algún modo, marcó nuestras vidas. La suya tuvo el reconocimiento de sus compañeros, aunque no se tradujo en premios -estuvo nominado dos veces, por el guión de El jovencito Frankenstein y su actuación en Los productores-, y también de los espectadores que disfrutamos de sus interpretaciones. Adiós Mr. Wilder, gracias por lo que nos diste. Me despido con una de las frases que le dice Igor a su personaje en El jovencito Frankenstein: Espere amo, puede ser peligroso, usted primero. Esta cara se le quedó a Wilder:
Gene Wilder. El jovencito Fronkonstin de la comedia by Daniel Rodríguez Lorenzo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en www.fromlosttothecine.com.