Desde el siglo pasado un servidor se ha ido tragando, año tras año, la Gala más famosa del cine, los Oscars. Paulatinamente, dichos premios se han ido convirtiendo, para el que escribe, en un espectáculo curioso donde poder ver el sumun del postureo hollywoodiense, y, por consiguiente, cada año mi interés ha ido decayendo tan rápidamente como el cine se olvidó del niño de El sexto sentido. Ahora considero que es un escaparate para publicitar las películas que la industria cree conveniente. Eso no quita para que entre las elegidas haya trabajos muy buenos. El ejemplo más claro es la diversidad étnica de este año en comparación con el anterior -de esto hablé en mi anterior entrada, puedes leerla pinchando aquí-, por supuesto, la polémica de 2016 ha tenido algo que ver con la ganadora a mejor película de 2017, aunque haya sido en diferido. Sí, en diferido, Moonlight ganó el Oscar a mejor película dos minutos después de ser entregado el premio. A estas alturas ya lo sabe todo el mundo, pero por si acaso, lo aclaro.
Cuando apareció Warren Beatty con Faye Dunaway, todo apuntaba a un fin de fiesta perfecto para la academia, pero no fue así. Warren abrió el sobre para dar el nombre de la mejor película del año y dudó, parecía que bromeaba, miró el sobre de nuevo, buscó a alguien entre bambalinas, pero no sabía qué hacer, así que le pasó el marrón a su compañera y esta, sin pensárselo dos veces, gritó La La Land. Pero el sobre que tenían en sus manos era el de mejor actriz, que se llevó Emma Stone por dicha película, de ahí la confusión de Warren. El equipo de La La Land saltó de sus asientos feliz y contento, dicha felicidad duraría unos dos minutos, el tiempo que tardó la organización en señalar el error de los sobres, a partir de ahí todo fue un descontrol -incluso uno de los productores dio las gracias sabiendo que no había ganado, pensaría: «que me quiten lo bailao». En ese momento el productor de La La Land, Jordan Horowitz, se erigió de portavoz y dijo quién era la ganadora, incluso le quitó, de forma brusca, el sobre correcto a un Warren Beatty que no sabía donde meterse y lo enseñó para que todos pudieran ver que lo que decía era cierto. Entiendo que es molesto que te den un Oscar y a los dos minutos te lo quiten, pero creo que debería haber dado un paso atrás y dejar al presentador de la gala dar la información. Pero tampoco vamos a darle mayor importancia. Lo terrible es que este desagradable suceso marcó una gala que había ido como la seda.
El presentador fue Jimmy Kimmel, famoso por su programa en la cadena ABC. Reconozco que el humor de este hombre me gusta, es ácido, inteligente y fresco. En su monólogo inicial tuvo perlas para todos, incluso para el omnipresente Donald Trump. Hizo uso del sarcasmo al hablar de la actriz más sobrevalorada de Hollywood, Meryl Streep. No fue pesado y dejó que los protagonistas fueran los nominados. Incluso cogieron un autobús de turistas y los metieron en medio de la gala, algo muy ingenioso por su parte -o por la de sus guionistas-. Sin duda, mi cara, al entrar en directo a la gala, se parecería a la de esos afortunados turistas que se codearon con las estrellas, en la ciudad de las estrelladas y sintiéndose unas estrellas. Otro momento ingenioso del presentador fue cuando escribió un tweet a Trump enviándole un saludo de parte de Meryl Streep. Pensé que era paripé, pero no, he comprobado que lo mandó de verdad, junto a estas líneas podéis ver una captura de pantalla de mi móvil con el famoso tweet.
Si algo tenía claro, era que La La Land se llevaría el Oscar a mejor canción y mejor banda sonora, lo que no tenía tan claro era lo que pasaría con los demás premios. Tuve alguna agradable sorpresa, como los dos Oscars que se llevó la película de Mel Gibson, Hasta el último hombre, a mejor montaje y mejor sonido, o el Oscar a mejor guión original para Manchester by the Sea -además, Casey Affleck se llevó el premio a mejor actor-. También tuve alguna decepción, me hubiese gustado que Silencio, de Martin Scorsese, hubiera ganado el premio a la mejor fotografía, pero los Oscars no están hechos para contentarme, como es lógico, y este premio se lo llevó La La Land. Algo que tampoco sorprendió fue el Oscar a mejor película animada, lo ganó otra vez una producción de Pixar, Zootrópolis. En este caso esperaba que fuese Kubo y las dos cuerdas mágicas, pero el poder de Disney es demasiado alargado.
Los premios importantes estuvieron repartidos. Viola Davis fue la mejor actriz de reparto, por Fences, cuando salió a recoger el galardón lloró tan bien como en sus películas, ¿sería llanto real? Siempre me quedará la duda con esta excelente actriz. Su homólogo masculino fue Mahershala Ali, por su papel en Moonlight -yo hubiese votado por Michael Shannon-. Ya he comentado que Casey Affleck ganó el premio al mejor actor principal, así que solo queda la mejor actriz. Parecía un premio cantado, como así fue, Emma Stone, por su papel casi biográfico en La La Land, fue la que se llevó la estatuilla para casa. El mejor director fue para el jovencísimo Damien Chazelle, pero el Oscar a la mejor película, como ya hemos visto, no fue para su gran trabajo, se lo llevó la desgarradora Moonlight. Sobre esta película ya he hablado mucho, me gustó, me sorprendió en algunos momentos, pero no creo que sea la mejor película del año, creo que se encumbró para contentar a un sector de Hollywood que fue muy crítico con la ausencia de afroamericanos en los Oscars del año pasado. Con este tema podemos debatir hasta el infinito y más allá, pero eso será en otra ocasión.
En definitiva, La La Land se llevó 6 premios, Moonlight tres, y Hasta el último hombre y Manchester by the sea dos cada una. Todo muy repartidito y muy multiétnico, para contentar a todos. Estos premios siguen su camino de fantasía y glamour, pero este año se recordará por el lío de los sobres, esto con Barcenas no hubiese pasado. Hasta la próxima entrada.
Entrada patrocinada por Compañíaespreso, un café de cine para la oficina.
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