El sábado regresé al cine poco convencido, con mascarilla y un poco de incertidumbre con la película elegida. Había poca gente en la sala, pero, por alguna extraña razón, mi acompañante y un servidor acabamos rodeados, parece que en los cines no hay miedo al coronavirus. Si hay espacio, deberían guardar una distancia prudencial. Además, teníamos unas adolescentes a nuestra espalda que comentaban todo dato importante de la película, como el peinado de la protagonista o los músculos del amigo sin derecho a roce. No se quedó ahí la cosa, los cuatro sustos contados que tiene el film, fueron acompañados por gritos de terror y patadas voladoras por parte de nuestras vecinas de butaca. Con todo esto, es difícil disfrutar de la experiencia fantástica que es el cine, pero lo intenté.
La película en cuestión es El hombre invisible, adaptación libre del personaje creado por H. G. Wells, ya adaptado anteriormente con poco acierto; ejemplo de ello fue el desastre que realizó Paul Verhoéven con El hombre sin sombra -sin sombra y sin gracia-. En esta ocasión dirige, y se encarga del guión, Leigh Whannell, creador y guionista de Saw y otras historias de terror. Después, volveré a esta película para comentaros las similitudes en sus guiones tramposillos. La película cuenta cómo una mujer maltratada consigue escapar de su maltratador, pero ahí no acaba la historia, después de recibir la noticia del suicidio de este, comienza a experimentar sucesos extraños. No os voy a contar más, el trailer ya cuenta demasiado, como suele ser habitual -hay una escena con una escalera y un bote de pintura que se podrían haber guardado y no lo hicieron-.
En esta nueva visión del hombre invisible -aunque parezca contradictorio- la novedad es que no viajamos por la película a través de la mirada del hombre invisible, si no de la víctima de este, personaje encarnado maravillosamente bien por Elisabeth Moss -a la pobre solo le ofrecen trabajos de sufridora, no tiene bastante con estar llorando y sufriendo el 95% del metraje de El cuento de la criada, que ahora sufre los traumas de una mujer maltratada y los fenómenos extraños que suceden después-. Es muy interesante que hayan introducido el tema del maltrato y todo lo que conlleva para la víctima, mezclándolo con el terror y la ciencia ficción, de esta manera se introduce la metáfora de la invisibilidad de algunas víctimas que en ocasiones no son tomadas en serio -como es el caso de la protagonista, pero por razones distintas, por supuesto-.

En mi humilde opinión, hay fallos de guión, en realidad no son fallos, porque los responsables saben muy bien lo que hacen. Digamos que son algo tramposos a la hora de colarnos situaciones poco lógicas y en las que se nota que pasan porque sí y punto. No entraré en detalles, pero hay tres escenas que me llamaron la atención; en un restaurante pasa algo impactante, pero qué casualidad… debe ser el único restaurante de una gran ciudad que no tiene cámaras en el local, y ningún comensal ve un cuchillo volando. En otra escena, la protagonista se corta de manera bastante grave, pero no hay referencia a ello hasta que al final de dicha escena aparece con un vendaje -debe ser que el hombre invisible se lo puso de extranjis-. Y por último, una escena en un hospital, donde caen seguratas como moscas, nadie alude a las cámaras de seguridad, incluso las omiten y un policía dice que hay muchos testigos de dicha escena… -cuando la veáis, lo entenderéis-. En esto se parece a Saw, puesto que, al igual que en la película que nos ocupa, ocurren cosas sin lógica y porque el guionista lo vale -en los dos casos es el mismo-, debe ser la seña de identidad de Leigh Whannell, hacer guiones que sorprenden pero con, digámoslo así, licencias creativas. Recuerdo la broma que hizo un espectador en el tramo final de Saw –si no la has visto, no sigas leyendo hasta el siguiente párrafo-: claro, y ahora se levantará el muerto… Y como Lázaro, se levantó.
Para terminar, diré que es una película entretenida, que tiene un final algo atropellado y ambiguo, pero que aprovecha muy bien su bajo presupuesto. Me despido con una gran frase de H. G. Wells: La historia humana es en esencia, una historia de ideas. Por eso sigo con esta loca idea de escribir en un blog de cine, la historia debe continuar.
Entrada patrocinada por Compañíaespreso, un café de cine para la oficina.

La criada invisible by Daniel Rodríguez Lorenzo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en www.fromlosttothecine.com.
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